Todos tenemos épocas de Vallejos y tiempos de Whitman
unas son nubérrimas sin frazadas
salpican como dolor acurrucado.
Otras son de serpentina, se deslizan
por recovecos de miel y madrugadas
Ahora sabemos
después de tantos trenes en el cuerpo
que habremos de cruzar ambos poemas
para poder acaso
mirar el cielo.
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