sábado, 17 de octubre de 2020

 

Negro el 17

Era el 17 de octubre de 1951. Habían pasado 6 años de la fecha en la que irrumpió la sangre arrinconada del subsuelo de la Patria.

Eva Duarte de Perón hablaba en la primera transmisión televisiva. “Tenía que venir” –afirmó ese día, con la voz lastimada por el Cáncer que la oligarquía festejaba– .

"Jirones de su vida" – prometió después de calcular un crédito imposible de saldar con el esfuerzo avasallado de lxs trabajadores.

Palabras con perspectiva profética. Frases que se reiteran en la cosmovisión popular inmanente a cada generación que se suma a las demandas adeudadas.  Ecos de una voz que se convierte en tatuaje impreso en la conciencia humilde. Palabras que caminan sin automatismo pero con dirección. A veces en muletas. Muchas veces descalza o encerrada en cárceles del oprobio. Y otras veces con melodías despegadas del suelo, dispuestas a volar su promesa de amor hacia los más vulnerables. Palabras que crecen en su persistente continuidad postrera.

Desde que los 17 de Octubre los plebeyos irrumpen desde los márgenes todo es menos previsible para los civilizados bienpensantes. Algo se despliega desde las cavernas del cansancio moral en forma permanente. Lo que antes era invisibilizado por vergonzante ahora se exhibe con orgullo. Se congrega desde un aluvión hermanado por una  presencia inconmensurable.

“Si el pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida”, dijo, en plena parábola de la reciprocidad vital. De aquello que se expresa como entrega al desamparado. Del que deja su egoísmo de lado para darle título al cariño, a la ternura, a la cura del dolor ajeno, a la epifanía del amor supremo.

Lo popular solo nace como consciencia de intereses colectivo. Por eso es ese 17 irrumpe el hecho maldito del país burgués. Porque funciona como un freno a la avaricia de una clase acomodada que solo tiene ojos para defender sus intereses privilegiados y al mismo tiempo desatender el sufrimiento de las mayorías. 

Este tejido simbólico de memorias es una presencia insistente y abismal para los ojos horrorizados del liberalismo eurocéntrico. pero es también –al mismo tiempo– el reconocimiento de un poder popular que les produce un pánico exasperado porque se encolumna detrás de un proyecto propio.

El 17, FORJA, Perón, Evita, la Resistencia, los 30 mil compañerxs detenidxs-desaparecidxs y Néstor Kirchner son los rugido de quienes se empecinan en lograr formas de felicidad terrena. Y son el miedo atroz de lxs blanqueadores de  tumbas, empecinados en esconder su racismo estructural.

“Me quema en el alma, me duele en mi carne y arde en mis nervios: es el amor por este pueblo".