viernes, 18 de abril de 2014

Quise ver las ciénagas 
en los ojos de la codicia
y la aurora fugaz
en las cartas de amor nunca escritas

Y quise ver un numero impreciso de abrazos 
donde solo hubo tierra yerma, cal y sueño

Quise despejar dudas de negruras
donde existían vigas impasibles y quietas

Quise acompañar al Che en esa alborada 
cuando abría de veras el jordán de la historia 
e incluso de su mismísimo pasado

Quise ser tenue, sutil en todas mis cicatrices 
para no alentar espejismos de dolores incautos

Y quise soñar con mayúscula en cada tarde
cuando la ternura se me escapaba 
junto a las ratas de aquel verano. 

Quise decir todo lo que no fue dicho
y apenas pude conmigo, con mis silencios
con mi rabia y con mi grito. 

Creí que quise lo que verdaderamente quise
pero fue un soplo, un ruido escondido, 
un temblor esquivo
apenas un atisbo
en la faz de una pequeña historia. 

jueves, 17 de abril de 2014

Yo que fui capaz de negar la esclavitud
y vi a un rabino (maestro) quemarse las pestañas en fuego de libros,
yo que combatí imperios 
romanos y faraones.

Yo que morí en Treblinka y que acuné el Talmud en una casa de Amsterdam junto a los vidrios ajados del gran óptico, 

Yo que fui Metzadá herida en el centro exacto de la carne y la montaña 
y escribí sobre mi mismo la piel de mi propia historia.

Yo que traje a Freud a objetivar el sexo en su pasión real de incendios 
y juré con el Saber mientras tomaba lagrimas de cultura, 

Yo que me fui con Einstein a insultar La Nada, 
y nací con Nadina para esperar el Todo. 

Yo que crecí en un gueto destrozado donde la hermenéutica nacía larvada y alegre, 
y escuché a Emmanuel Levinas junto a una cortina rota al lado de la tarde

Yo que lo escondí a Wallerstein en la pieza de atrás para que los sabuesos de la historia no lo difamaran,
y que mire una vez a Derrida cruzar una calle en el sol vertical del Magreb.

Yo que nunca fui silencio y giré en las persecuciones para presentarles batalla, 
yo sé lo que es el Bar Mitzvá, quien es yehuda macabeo y quien es David.

Lo sé porqeu supe,  una vez, enunciar sus heridas  en la noche arrebatada, 
en su significado dolido y grave. 

Por eso --porque sé--
es que tarareo con quienes cantaron y cantarán la melodía del ritual. 

No para celebrar el brillo, 
sino para abrazarme con mis hermanos, 
los Justos, 
Jesus, Radowitsky, Osatinsky, 
esos que permanecen fieles 
e irónicos 
al lado de la chimenea azul 
de las rasgadas 
y amadas dignidades.