miércoles, 23 de julio de 2014

Pasé por una brisa que tenia mis ojos clavados en su asfalto
y me refugié en dos silencios que había guardado en el bolsillo de mi biografía.
Fue el momento clave de mi respiro entrecortado 
y de las inmensas ganas de llorar que venían como de locomotora.
Fui entonces un circuito, una carabina, una mortaja
frente a los parpados luminosos de mis tataranietos 
sabedores de risas, colores y plazas, 
anduve por ellos en un grito comanche en desmesura
y fui descalzo a jugar a sus hamacas tibias. 

¿Y ahora? 
--Ahora solo invito al viento que un día fui.