domingo, 16 de febrero de 2014

me quedé en riestra de sabanas 
--con intemperie--
con un vino prometido, 
una serpiente de promesas 
de alguna noche entera
(augurada detrás de todos los tiempos buenos no cansados)

Fui en ese momento una suma de apilados Eros (en fotografías)
que venían de un tiempo bastante impreciso, quizas taciturno, de siesta, pero exacto.

Simples tardes, apuradas o mañanas en un rato
de combustión de uñas, silabas y goces

Algo que la especie humana 
practica en sus secretos
y que en nosotros 
tiene 
apenas 
un atisbo con ternuras.

Con brisa simple que alcanzan, 
solito, 
para una fiesta de miradas, 
incluso
en las ausencias.

O de espacio de recreo limpios 
en el patio, 
en  medio de la nada

Quizás seamos grititos 
en la medianía 
de unas simples vidas
o tenues vuelos 
sin alas 
por encima de los hombros:
¿Quién sabrá de esta dicha silabeada, 
con ritmo, 
en unos cuerpos?
¿Quién sabrá de alegrías simples y fluidas marcadas por roce 
y por minutos?
¿Quién sabrá 
--al fin-- 
frente a un par de tumbas:
Esos que están ahí...: 
¿Sintieron?