Quise ver las ciénagas
en los ojos de la codicia
y la aurora fugaz
en las cartas de amor nunca escritas
Y quise ver un numero impreciso de abrazos
donde solo hubo tierra yerma, cal y sueño
Quise despejar dudas de negruras
donde existían vigas impasibles y quietas
Quise acompañar al Che en esa alborada
cuando abría de veras el jordán de la historia
e incluso de su mismísimo pasado
Quise ser tenue, sutil en todas mis cicatrices
para no alentar espejismos de dolores incautos
Y quise soñar con mayúscula en cada tarde
cuando la ternura se me escapaba
junto a las ratas de aquel verano.
Quise decir todo lo que no fue dicho
y apenas pude conmigo, con mis silencios
con mi rabia y con mi grito.
Creí que quise lo que verdaderamente quise
pero fue un soplo, un ruido escondido,
un temblor esquivo
apenas un atisbo
en la faz de una pequeña historia.