Negro el 17
Era el 17 de octubre de 1951.
Habían pasado 6 años de la fecha en la que irrumpió la sangre arrinconada del
subsuelo de la Patria.
Eva Duarte de Perón hablaba en la
primera transmisión televisiva. “Tenía que venir” –afirmó ese día, con la voz
lastimada por el Cáncer que la oligarquía festejaba– .
"Jirones de su vida" –
prometió después de calcular un crédito imposible de saldar con el esfuerzo
avasallado de lxs trabajadores.
Palabras con perspectiva
profética. Frases que se reiteran en la cosmovisión popular inmanente a cada
generación que se suma a las demandas adeudadas. Ecos de una voz que se convierte en tatuaje
impreso en la conciencia humilde. Palabras que caminan sin automatismo pero con
dirección. A veces en muletas. Muchas veces descalza o encerrada en cárceles del
oprobio. Y otras veces con melodías despegadas del suelo, dispuestas a volar su
promesa de amor hacia los más vulnerables. Palabras que crecen en su
persistente continuidad postrera.
Desde que los 17 de Octubre los
plebeyos irrumpen desde los márgenes todo es menos previsible para los civilizados
bienpensantes. Algo se despliega desde las cavernas del cansancio moral en
forma permanente. Lo que antes era invisibilizado por vergonzante ahora se
exhibe con orgullo. Se congrega desde un aluvión hermanado por una presencia inconmensurable.
“Si el pueblo me pidiese la vida,
se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que
toda mi vida”, dijo, en plena parábola de la reciprocidad vital. De aquello que
se expresa como entrega al desamparado. Del que deja su egoísmo de lado para
darle título al cariño, a la ternura, a la cura del dolor ajeno, a la epifanía
del amor supremo.
Lo popular solo nace como
consciencia de intereses colectivo. Por eso es ese 17 irrumpe el hecho maldito
del país burgués. Porque funciona como un freno a la avaricia de una clase
acomodada que solo tiene ojos para defender sus intereses privilegiados y al
mismo tiempo desatender el sufrimiento de las mayorías.
Este tejido simbólico de memorias
es una presencia insistente y abismal para los ojos horrorizados del
liberalismo eurocéntrico. pero es también –al mismo tiempo– el reconocimiento
de un poder popular que les produce un pánico exasperado porque se encolumna
detrás de un proyecto propio.
El 17, FORJA, Perón, Evita, la
Resistencia, los 30 mil compañerxs detenidxs-desaparecidxs y Néstor Kirchner
son los rugido de quienes se empecinan en lograr formas de felicidad terrena. Y
son el miedo atroz de lxs blanqueadores de
tumbas, empecinados en esconder su racismo estructural.
“Me quema en el alma, me duele en
mi carne y arde en mis nervios: es el amor por este pueblo".
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