viernes, 27 de noviembre de 2020

Diego


Cada uno se queda con el retazo de imágenes que puede asimilar, que no le resultan dañinas. La memoria inmediata es selectiva y tiene vericuetos íntimos, siempre rodeados de inscripciones, mandatos y sombras. Uno decide recordar el trayecto de vuelo que elige, para seguir este camino de sueños del brazo de lxs otrxs. Uno apuesta a las instantáneas que hacen soportable ese aleteo del tiempo por venir. Entonces irrumpen algunas fotos recientes que conmueven a quienes tienen siquiera una terminal cardiaca en lxs que más sufren: esos gritos y esos llantos humildes pronunciados desde todos los suburbios olvidados del margen vital. Escenas que remiten a una canchita de piedra y barro de Fiorito, clavada en los ojos de muchos pibes con zapatillas rotas, con ilusiones inmensas de glorias difusas. A mi se me aparece, por sobre todo, esa rebeldía que lxs atildadxs bienpensantes del privilegio no podrán nunca soportar. Y entonces una mínima mueca de risa se me cuela en el medio del dolor. Decido, especialmente, quedarme con esta señal de asado escupido en las narices del poder. Con esa insolencia lanzada en la cara de las sucias pompas mezquinas. Cada uno se queda con lo que puede. jne

sábado, 17 de octubre de 2020

 

Negro el 17

Era el 17 de octubre de 1951. Habían pasado 6 años de la fecha en la que irrumpió la sangre arrinconada del subsuelo de la Patria.

Eva Duarte de Perón hablaba en la primera transmisión televisiva. “Tenía que venir” –afirmó ese día, con la voz lastimada por el Cáncer que la oligarquía festejaba– .

"Jirones de su vida" – prometió después de calcular un crédito imposible de saldar con el esfuerzo avasallado de lxs trabajadores.

Palabras con perspectiva profética. Frases que se reiteran en la cosmovisión popular inmanente a cada generación que se suma a las demandas adeudadas.  Ecos de una voz que se convierte en tatuaje impreso en la conciencia humilde. Palabras que caminan sin automatismo pero con dirección. A veces en muletas. Muchas veces descalza o encerrada en cárceles del oprobio. Y otras veces con melodías despegadas del suelo, dispuestas a volar su promesa de amor hacia los más vulnerables. Palabras que crecen en su persistente continuidad postrera.

Desde que los 17 de Octubre los plebeyos irrumpen desde los márgenes todo es menos previsible para los civilizados bienpensantes. Algo se despliega desde las cavernas del cansancio moral en forma permanente. Lo que antes era invisibilizado por vergonzante ahora se exhibe con orgullo. Se congrega desde un aluvión hermanado por una  presencia inconmensurable.

“Si el pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida”, dijo, en plena parábola de la reciprocidad vital. De aquello que se expresa como entrega al desamparado. Del que deja su egoísmo de lado para darle título al cariño, a la ternura, a la cura del dolor ajeno, a la epifanía del amor supremo.

Lo popular solo nace como consciencia de intereses colectivo. Por eso es ese 17 irrumpe el hecho maldito del país burgués. Porque funciona como un freno a la avaricia de una clase acomodada que solo tiene ojos para defender sus intereses privilegiados y al mismo tiempo desatender el sufrimiento de las mayorías. 

Este tejido simbólico de memorias es una presencia insistente y abismal para los ojos horrorizados del liberalismo eurocéntrico. pero es también –al mismo tiempo– el reconocimiento de un poder popular que les produce un pánico exasperado porque se encolumna detrás de un proyecto propio.

El 17, FORJA, Perón, Evita, la Resistencia, los 30 mil compañerxs detenidxs-desaparecidxs y Néstor Kirchner son los rugido de quienes se empecinan en lograr formas de felicidad terrena. Y son el miedo atroz de lxs blanqueadores de  tumbas, empecinados en esconder su racismo estructural.

“Me quema en el alma, me duele en mi carne y arde en mis nervios: es el amor por este pueblo".


 


miércoles, 15 de julio de 2020


Esbozo de un tratado sobre el odio
La maldicen hasta sentirse mal. Les produce escozor su nombre y pueden llegar a envilecer su día, atragantar su líquido en la tráquea, al solo verla en una ráfaga televisiva.
Ella representa todo lo que temen de manera desesperada: sobre todo la posibilidad horrorosa de que algún día puedan llegar a ser igualados con aquellos que desprecian. La probabilidad de que se pierda una jerarquía instituida durante dos siglos, estabilizada por guturales compartimentos estancos. El pánico que les produce la paridad se reconvierte en una aversión irracional y vomitiva.
La aborrecen hasta el límite de descomponerse. Les puede caer mal la comida si se sorprenden con alguno de sus precisiones políticas de índole quirúrgico. Es que ella es insumisa y rompe los platos apilados de una costumbre perversa, frente a su cara. Los hace astillas -incluso- con desdén.
Pero no hay nada que los perturbe más que su estado iracundo. Su reverberación de espíritu sublevado, instalado en el lugar de las profundas convicciones. Los atormenta esa decisión arrancada sin que haya pedido permiso, sin respetar las formalidades de una entrada en la política. Esa escena puede llevarlos a sufrir dolores estomacales agudos cuando comprueban, además, que no acepta los designios previstos de alguna claudicación.
Tampoco soportan que sea bella, en los marcos de lo que ellos mismos han instituido como belleza. No pueden procesar el hecho de que su orgullo contenga hebras de algunas historias que han buscado solapar, silenciar, ocultar. Les resulta indigesto comprobar que una parte de su mirada siempre estuvo habitada por ese ancho y entrañable subsuelo de la Patria.
Ellxs creyeron que esta estructura del sometimiento debía permanecer impoluta y garantizada. Y que sus víctimas siempre estarían dispuestxs a aceptar su destino. Pero ella -asumiendo rebeldías deshilachadas- siempre les cantó retruco.
La detestan también porque le temen. Asumen que es la referencia de algo incontenible. De una pasión (que en sus percepciones) es siempre peligrosa. Lo popular debe ser limitado, encorsetado --apuestan-- porque de lo contrario la suma apilada de mayorías puede irrumpir como desorden. Otro orden. Uno que no los beneficia. La denigran, además, por su fortaleza: todos los líderes populares anteriores fueron despojados por Golpes de Estado (Yrigoyen y Perdón). Con su tenacidad no pudieron.
La desprecian porque no se llama silencio. Porque no responde a los patrones que siempre han esperado de una profesional universitaria. Lxs saca de eje. No pueden negar que es lúcida, pero esa capacidad analítica la hace doblemente odiable. La racionalidad no es un atributo que deba/pueda asociarse al lego: sienten que la disposición a la inteligencia les ha sido escamoteada en aras de algo que no coincide con su concepción de la civilización. Aquella donde el orden y las inferiorizaciones construyen un entorno civilizado. La ultrajan, cada vez que la nombran, porque no soportan que sea peronista, eso que sigue siendo la maldición de su civilidad farsesca. La insultan porque ser indomable la vincula a Evita y eso es una piedra enorme en el zapato de la estabilidad emocional de lxs intelectuales orgánicos bienpensantes adscriptos a la autoridad poscolonial.
Recelan de ella porque les resulta incontrolable. Y han sido conformados para manipular futuros y mujeres. Ella se les escapa. Y además instituye una verdad que rompe con creencias de superioridad incuestionada. "¿Acaso los negros llegarán a ser iguales que nosotros? --se preguntan--. ¿Nos tendremos que ver como ellxs, como si fuésemos de la misma especie?"
La denigran porque ella expresa la posibilidad del fin de su privilegio naturalizado. La consumación putrefacta que fue desafiada por las generaciones del 60 y el 70, cuando unos jóvenes irredentos --y otros no tanto-- arrancaron a tomar el cielo por asalto, a costa de sí mismos, de sus cuerpos, de sus vidas.
Por la misma razón les resulta antipática su convergencia hacia el feminismo como parte de un programa emancipatorio, alejado de toda disquisición ínfima que paraliza.
El resentimiento que le deparan incluye la asunción de que ella no es solamente ella: viene acompañada de un amor que sopla multitudes, hecho que la hace más estigmatizable aún. Para peor han certificado, desde hace décadas, que además de testaruda es incomprable. Y esa certificación la validan justamente quienes apelan a la remanida fraseología indigna de que todos los hombres tienen un precio. Pero ella, no. Es mujer.
Para más retorcijones, la abominan visceralmente porque insinúa algo que fue previamente soñado por generaciones de simples trabajadores: lo que identifican en ella es un fantasma ancestral cuya fortaleza radica en que fue un deseo forjado por compasiones varias, todas ellas dispuestas a reconvertirse algún día en Derechos. Y eso es una de las cosas que les resulta más intolerable. Lo que puede quedar instituido. Una pesadilla Inconcebible Por todo eso, la odian. jne

miércoles, 17 de junio de 2020


sábado, 18 de enero de 2020


Las hazañas estólidas del diputado Wolff
Jorge Elbaum 



Abro hilo) (1/9) Seguramente mi amiga y admirada Graciana Peñafort podrá especificar el error técnico-jurídico que se aprecia en la nota publicada hoy por infobae firmada por el Papanata Pretencioso Waldo Wolff.
(2/9) Pero adelanto algunas apreciaciones: En la nota afirma que la muerte del fiscal “fue un magnicidio” dado que “la Corte Suprema de Justicia (CSJ) dijo por unanimidad que su muerte, más allá de la manera en que se produjo, estuvo vinculada a su función de fiscal federal…”.   
(3/9) “Esta instancia ya es inapelable.”, agrega, sin que se aprecia síntoma alguno de rubor, vergüenza o bochorno. Es decir que, según el Papanata, se ha comunicado un fallo de la CSJ sin que exista un juicio previo (¿?). Novedad bastante llamativa para el orden constitucional argentino.
(4/9) Más allá de que no ha habido aún un juicio oral y público por la muerte del fiscal (cuyo resultado incluye apelaciones ante Casación y la CSJ), es tan ignorante que también patina respecto a la existencia de potenciales apelaciones a la CSJ (luego de que el juicio se lleve a cabo).
(5/9) El tribunal de alzada correspondiente es la Corte Interamericana de Derechos Humanos. (CIDH).
(6/9) En el típico tour de force de un psicópata de calibre agudo, agrega --después del inexistente fallo de la Corte Suprema--: “La muerte del fiscal Nisman nunca va a tener una definición jurídica…”
(7/9) Esta conjetura encierra el mejor de los mundos para los cambiemitas goebbelesianos: una culpabilidad permanente sin derecho a defensa. Lo que Wolff busca impedir es que un tribunal falle en coincidencia con las pruebas que ofrece el expediente,
(8/9) y que constate lo que es obvio: que su admirado amigo Nisman se suicidó. La derecha argentina utilizó los últimos 5 años) para perseguir a dirigentes del campo popular con el objetivo de abortar el Proyecto Nacional.
(9/9) Se le viene la noche a los Papanatas Pretenciosos. Por eso busca instituir un fallo que no existe y al mismo tiempo impedir que el juicio se lleve a cabo.   El nivel de necedad e incompetencia alcanza niveles difíciles de superar.